7 de enero de 2015

Silencio, se juega

Que el silencio es necesario para jugar a gusto al ajedrez es algo que todos, desde el maestro hasta el aficionado, tenemos interiorizado. Algunos incluso sabemos que pese a que en la sala de juego reinara un silencio sepulcral, no podríamos hacer una partida de una calidad aceptable. Ahora bien, el silencio ayuda a que juguemos mejor (dentro de nuestras posibilidades).


De hecho, creo que muchos coincideremos en que la ausencia de ruido es el requisito más importante de un torneo. Con esto no quiero dar a entender que otras necesidades como una sala amplia y con una buena temperatura deben pasar a un segundo plano, sino que es la condición más importante para crear una atmósfera de juego adecuada.



Los problemas a los que nos enfrentamos como organizadores o jugadores a la hora de buscar un ambiente libre de ruidos son dos, que no hay salas insonorizadas lo suficientemente amplias como para acoger a muchos participantes y que los jugadores no estamos concienciados del ruido que generamos. Con lo primero poco podemos hacer pero sí que podemos concienciarnos un poco más de la importancia de no generar molestias a la gente que está jugando. Todos sabemos que al hablar cerca de alguien que está jugando le estamos perjudicando, pero parece que es algo que a veces se nos olvida cuando acabamos nuestra partida.


¿Quién no ha analizado su partida al acabarla? Es algo normal después de haber estado durante horas jugando. Resulta inevitable que, una vez acabada la contienda, se comenten brevemente las oportunidades que se han dejado escapar por ambas partes. Como digo, es algo natural. Lo que no me parece bien es que se esté durante mucho tiempo analizando, para eso están las salas de análisis (cuando están).



Como he comentado antes, con frecuencia estamos tan metidos en nuestra partida que no nos damos cuenta de que una vez finalizada otras todavía siguen su curso. Recuerdo con cariño una anécdota ocurrida en el local de juego de Endroke. Ese sábado se estaban celebrando tres encuentros. Quedaban dos partidas de dos encuentros diferentes y había bastante ruido en la sala. Uno de los jugadores que estaba jugando elevó la voz y echó una bronca, taco incluido, a los que estaban generando el ruido. Poco después acabó su partida y comenzó a analizar en un tono tan alto como el que habían empleado los jugadores que habían sido abroncado por él escasos minutos antes. Lo hizo sin darse cuenta, sin ánimo de perjudicar a los jugadores de la última partida que aún no había concluido. Como su partida había acabado no se percató de que él estaba haciendo exactamente lo mismo que tanto le fastidibia  hace escasos minutos.


Se podría culpar a los árbitros por no ser más rotundos con los jugadores, por no echarles de la sala de juego nada más acabar las partidas. Creo que seríamos injustos si lo hicieramos. Muchas veces hay un par de árbitros para decenas de partidas y tienen que estar a otras cosas. Además no es nada agradable que nada más acabar la partida, tras haber cometido un error grave en los últimos movimientos, un juez te haga levantarte de la mesa. A veces estás tan en shock que es bueno estar sentado un par de minutos junto al tablero dándote cuenta de lo mal jugador que eres. Somos por tanto nosotros, los jugadores, los que tenemos que ser conscientes de que podemos estar perjudicando a nuestros compañeros de la mesa de al lado. Como dije antes, un poco de análisis bien, pero sin pasarse.

2 comentarios:

  1. Lucas te echa en cuanto hablas o mueves una pieza, hay ejemplos en Erandio o Vitoria sin ir mas lejos, otra cosa es que entre que acabas y te echa pasan unos segundos.
    Igor

    ResponderEliminar