Querido Jose Manuel,
Es tan duro escribir esto que no sé ni por dónde he de empezar. Supongo por tanto que lo mejor será comenzar por el principio, como en toda historia.
Yo ya conocía la sede de Zuri-Baltza por algunas concentraciones de la Academia Técnica de Ajedrez. A finales de los noventa, principios de los dos mil, aquel lugar irradiaba solera. Podías respirar la gloria añeja de los encuentros pasados contra la Peña Rey Ardid en los desgastados tableros de madera y el primitivo mural con piezas adheridas mediante velcros. Sin embargo, no fue hasta que ingresé con 12 años al club cuando conocí el capital humano que ofrecía aquel vetusto y frío local.
Allí estabas tú, con tu sonrisa perenne, siempre dispuesto a jugar y a trasladar tu pasión por el ajedrez a todos los jóvenes que ingresábamos por la puerta. Lo cierto es que tu ilusión sobrepasaba a la de todos aquellos chavales, pues la juventud se lleva en el corazón. La mayoría de aquellos imberbes proyectos de ajedrecistas se fueron tan rápido como llegaron, pero tú siempre permaneciste allí. Conociste y acompañaste a muchas generaciones de talentos, algunos se conviertieron en maestros y cambiaron de club, otros abandonaron el ajedrez por los estudios o sus primeras novias, pero todos guardaron un bonito recuerdo de ti. Y es que nunca te importó acercarlos a cualquier lugar donde se celebrara un torneo o asesorarlos sin pedir nada cambio.
Recuerdo que poco después de acudir por primera vez a Zuri-Baltza te acercaste a ver mis partidas en un campeonato escolar, por el mero hecho de apoyarme y verte rodeado de un montón de críos que apenas sabíamos mover las piezas. Le diste a mi aita tu preciso informe sobre mis partidas y saludaste a tus amigos de la organización.
Daba igual que en aquel torneo infantil no hubiera nivel, los tableros y las piezas siempre suponían para ti un imán irresistible. Viajaste así por todo Euskadi, de torneo de la amistad en torneo de la amistad, disfrutando de tus amigos y su compañia. Tampoco te perdías nunca tu cita anual con Benidorm, donde solías compartir momentos con tu inseparable Alberto.
Te recuerdo siempre pegado a tu pequeña cámara digital, captando momentos especiales dentro y fuera de los tableros. Luego siempre había momentos para regalarnos tu instantáneas en papel, algunas de las cuales no sólo forman parte de la historia del club sino de nuestras vidas.
Daba igual que ya tuvieras una fotografía con Anand o con Topalov, toda
presentación de torneo o fin de partida era buena para pedir una
instántanea a tus ídolos. Te encantaba poder hablar con ellos y siempre
te mostrabas muy agradecido por poder compartir un momento con ellos. Estar entre maestros tan fuertes te hacía sentir como un niño grande.
Por supuesto que no todo era viajar y jugar, a tu rol como socio fundador de Zuri-Baltza y dinamizador del club le siguió el de presidente. Trabajaste durante años por mejorar el club, incluso cuando ya eras muy mayor. Fue entonces cuando entré yo para coger tu testigo de 2015 a 2019. No fue fácil seguir tu estela, pero creo que logramos modernizar mucho el club y que quedaste muy satisfecho con los cambios que realizamos.
En esos años me percaté realmente de todo cuanto habías hecho por el club, de como con frecuencia cargabas sobre tus hombros con todo el peso de la organización de un torneo. Ejemplo de esto son los campeonatos cadetes y juveniles de Bizkaia que durante infinidad de años se llevaron a cabo en Zuri-Baltza gracias a tu desinteresada labor. Recuerdo cómo a una avanzada edad te encargabas de colocar tableros y piezas, poner a puntos los relojes y preparar las planillas. El ajedrez era como un hijo para ti, estabas dispuesto a darle todo cuanto fuera necesario sin pedir nada a cambio.
A tus 76 años de edad, con esa fuerza de voluntad que te caracterizaba, abordaste la tarea de organizar los actos el 50º aniversario del club, a destacar la realización de una tirada especial de camisetas y un torneo social aniversario con una posterior celebración que jamás olvidaré. Guardo también cada una de las planillas de ese torneo y un sinfín de recuerdos asociados que me llevaré a la tumba.
Si hablamos de tus labores organizativas desinteresadas es imprescindible señalar todas las exposiciones filatélicas que llevaste a cabo en los Campeonatos de Euskadi, Bizkaia Chess and Gazte, etc. Tu colección de sellos de ajedrez, que con tanto cariño fue creciendo a lo largo de los años, es una de las más importantes del mundo. Disfrutabas ampliándola poco a poco, intercambiando correspondencia con coleccionistas de todo el mundo que te hacían llegar sellos. Espero que tu familia encuentre la manera de que el trabajo de recopilación de toda una vida tenga continuidad. Este esfuerzo debe dejar un legado.
Tampoco debe ser despreciada tu colección de libros de ajedrez, que por su amplitud tuviste que trasladar a un amplio trastero dedicado en exclusiva al almacén de revistas, libros y todo tipo de material impreso.
Ahora bien, ¿qué decir de tu fuerza ajedrecista? Fuiste un fuerte Preferente, con un característica inclinación por la táctica. Los ritmos rápidos y tu estilo te pasaron factura en la última etapa de tu vida. En cualquier caso, a la avanzada edad de 75 años e invitado en la inauguración de manera improvisada, fuiste capaz de competir dignamente en el Campeonato de Euskadi absoluto de 2014. Me alegra haber podido vivir contigo con tanta ilusión nuestra victoria sobre Sestao en la final de Copa de 2013, fue todo un hito para un club de amigos el derrotar al todopoderoso equipo de la margen izquierda.
Esta maldita pandemia nos ha robado la salud, la posibilidad de abrazar y besar a nuestros seres queridos, la ilusión... Nos ha agravado o nos ha creado también problemas psicológicos como la ansiedad o la depresión. Todo el mundo está sufriendo mucho por la incertidumbre laboral, económica, el miedo a enfermar y muchas otros problemas. Es más difícil que nunca ver el futuro con optimismo y pensar que podemos salir de ésta. Sin embargo personas como tú, con la sonrisa permanente en la boca haciendo lo que les apasiona, son las que nos empujarán a salir de ésta.
Sólo muere lo que se olvida. Descansa en paz amigo, ten por seguro que tus amigos de Zuri-Baltza jamás te olvidarán.
Puedes llorar porque se ha ido, o puedes
sonreir porque ha vivido.
Puedes cerrar los ojos
y rezar para que vuelva
o puedes abrirlos y ver todo lo que ha
dejado;
tu corazón puede estar vacío
porque no lo puedes ver,
o puede estar lleno del amor
que compartiste.
Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el
vacío y dar la espalda,
o puedes hacer lo que a él le gustaría:
Sonreír, abrir los ojos, amar y seguir.