Se ha presentado en el diario Marca el torneo de ajedrez de León, para ver un video con Pérez-Reverte y la noticia publicada en Marca pinchad aquí. Os dejo la entrevista escrita con Reverte a continuación.
Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) ama el ajedrez por todo lo que
representa, por ser un juego de vida que refleja las claves del mundo.
Corresponsal de guerra curtido en mil batallas (Líbano, El Salvador,
Golfo Pérsico, Balcanes…), escritor y autor de obras como El Pintor de
Batallas o superéxitos como La Reina del Sur, académico de la Real
Academia de la Lengua, en Pérez-Reverte siempre hay tiempo y espacio
para este juego de dioses que fue dado a los hombres cuando descubrieron
que no sólo el azar gobernaba el mundo.
En su última novela, El Tango de la Guardia Vieja, hay amor, música y
una partida de ajedrez que refleja las intrigas, el espionaje y las
traiciones de los míticos encuentros que protagonizaron Kasparov y
Karpov por el título mundial en los 80.
¿Qué significa para usted el ajedrez?
Respuesta.
Es muchas cosas, pero no sólo un deporte. Un recuerdo de la infancia,
de ver jugar a mi padre con sus amigos, del mar. Él me enseñó a jugar.
Yo, aunque no soy un gran ajedrecista, aprendí a disfrutar de todo lo
que significa pensar, analizar, calcular, ver más allá de lo evidente en
un tablero, en un espacio reducido. Algo muy en falta en los tiempos
actuales. El ajedrez y todo lo que lo rodea, su literatura, sus
personajes, campeones como Capablanca, Alekhine, Bobby Fischer…
El
ajedrez es la mejor forma de explicar el mundo. Es como una religión en
la que yo encuentro consuelo. Si no hubiera sido periodista o escritor,
no me hubiera importado ser historiador de ajedrez.
¿Y el deporte?
R. No me interesa mucho, aunque
tengo muy buenos amigos como Julián Marías, fanático del Real Madrid que
viven con pasión el fútbol, el baloncesto, etcétera. Los respeto, pero a
mí sólo me interesa el gesto del deportista, su esfuerzo, el sacrificio
que conlleva conseguir una meta. Otros detalles, pero no el espectáculo
en sí.
Usted ha practicado deportes de riesgo, como el paracaidismo, el buceo, los deportes náuticos...
Me han interesado por ser individuales y porque se necesita un gran
adiestramiento. Pero sólo como practicante, nunca como competidor.
El Barón de Coubertin, padre del olimpismo, decía que el
deporte puede unir a la gente en la paz; Benito Mussolini, que es un
sustituto de la guerra. ¿Quién cree que tenía razón?
No
tenían razón ni Coubertin ni Mussolini. La palabra ‘paz’ no está
vinculada al deporte. Recuerdo que hubo guerras por un partido de
fútbol. Tampoco es sustituto de la guerra porque el deporte implica unas
reglas de nobleza y juego limpio que la guerra no contempla.
¿Cree que en España la intelectualidad tiene cierto prejuicio hacia el deporte?
Sí. Algunos creen que el deporte se limita a dar patadas al balón y no
entienden que hay superación, sacrificio, esfuerzo, resistencia al dolor
y ese tipo de cosas que forjan al ser humano tanto como el estudio, la
cultura u otras cosas. Por eso jamás he despreciado a un deportista,
porque sé lo que hay tras cada esfuerzo.
¿El deporte sólo puede formar o deforma?
El
deporte puede formar y forma. Pero como todo en la vida, cuando el
deporte se convierte en una obsesión patológica es insano. Todo lo que
es salir de los límites racionales del ser humano, aparte de los de las
trampas en el deporte —dopaje, etcétera—, es algo peligroso.
Se dice que los éxitos deportivos unen a la gente ¿El deporte espectáculo es un moderno opio del pueblo?
Lo es. Los gobiernos lo han utilizado para aplacar, para unir, como
herramienta política, pero eso no le quita su valor, su fuerza.
El torneo Melody Amber de Montecarlo o el Magistral Ciudad de
León 2012 fueron para usted un acercamiento a los grandes maestros del
ajedrez ¿Qué le llamó la atención de ellos?
Fue un
descubrimiento presenciar su liturgia, sus estados de ánimo, toda la
tensión que genera el ajedrez... Además, con unos adelantos
tecnológicos, que permiten disfrutar sin importar el nivel que uno
tenga. Me ayudó también como documentación para mi última novela, pero
con independencia de esto, volveré como espectador a León el próximo mes
de junio para disfrutar entre otras cosas de un talento como el de
Vasili Ivanchuk.
¿Cómo ve usted a los ajedrecistas?
El ajedrez es
una manera inteligente de canalizar la violencia. Por eso se habla de
jugadores killer, como por ejemplo Bobby Fischer, que buscan destrozar
al oponente con cada movimiento.
En esa liturgia del ajedrez ¿Cuál es la pieza favorita de Arturo Pérez-Reverte?
Cada pieza tiene una simbología. Representan muchas más cosas. El
Pintor de Batallas —una mirada de amargura y escepticismo respecto al
ser humano y a la violencia como algo natural— es mi visión del ajedrez,
aunque esa palabra apenas se pronuncia en toda la novela. El peón es mi
símbolo del ajedrez. Es la humildad, el trabajo no valorado, el
anonimato. Su destino es ser sacrificado. Algo que en estos tiempos, más
que una metáfora, es por desgracia una realidad para muchas personas.
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