El vagón del lector

Me gusta mucho leer, siempre me ha gustado. El problema es que no encuentro demasiados momentos para dedicarle a la lectura, así que la mayoría de veces leo cuando estoy de viaje en un transporte público. Esta costumbre me ha permitido desarrollar una capacidad para leer en todo tipo de circunstancia hostiles propias del medio. Puedo leer en carreteras sinuosas, en carreteras con baches, en un metro atestado de niños berreando, en un metro en el que el tipo de al lado tiene el reguetón a toda máquina, incluso en un vagón en el que media docena de adolescentes arman escándalo.

Sin embargo hay veces que tengo que hacer tanto esfuerzo para leer que no me queda más remedio que guardar el libro y contemplar el espectáculo; insultos, peleas, niños descontrolados que parece que pueden hacer lo que les venga en gana... Por todas esas situaciones, que no son tan poco frecuentes en el transporte público, se me ocurrió hace algún tiempo la idea del vagón del lector.

¿Por qué Metro Bilbao y Renfe no pueden facilitar a estudiantes y lectores un sitio tranquilo donde esté prohibido hablar? Entiendo que  por el elevado tráfico de viajeros este vagón no pueda implementarse en las horas puntas, pero en los momentos en los que hay un número de viajeros normal no estaría de más que se pudiera leer sin poner tu capacidad de lectura a prueba, sin tener, en definitiva, que aguantar a todo hijo de vecino haciendo el cafre. Que sí, que para leer están las bibliotecas, pero también se puede leer en otros sitios. Un vagón destinado a la lectura y el estudio, me lo estoy flipando, ya lo sé.