El ajedrez es creativo, y por eso apasionante, como la poesía" (Jaime Sabines)
Creo que la mayoría de la gente no relacionaría jamás el ajedrez con la poesía. Sin embargo, en los últimos meses leer mucha poesía y jugar bastante al ajedrez me han permitido darme cuenta que no son dos mundos tan independientes como pensamos. No me juzgues, no te quiero convencer de algo en lo que no crees. Este blog no esta monetizado y yo no pretendo buscar una relación artificial para ganar dinero. Además, casi nadie lee las entradas sobre libros que publico. Todo cuanto quiero es hacerte reflexionar un poco. No te contaría esto si no lo creyera.
De las partidas más espectaculares e instructivas de ajedrez, como de los versos más conmovedores, se destila una gran belleza con cada jugada, con cada rima. La principal diferencia entre ajedrez y poesía reside también aquí, porque una partida de ajedrez que no sea bella pero conlleve una victoria es un éxito, sin embargo una poesía que no sea bella es, a mi modo de ver, un fracaso.
Entonces, ¿cómo convergen estos dos mundos? Pues bien, el ajedrez muestra similitudes con la poesía por el ritmo y la métrica, de la misma manera que se puede relacionar con la música, aunque eso daría lugar a otra entrada.
El ajedrez posicional sería el que más se relacionaría entonces con la poesía, con un desarrollo armonioso de las piezas desde la apertura, siguiendo un ritmo y unos principios, que sólo de manera excepcional, pueden romperse por medio de jugadas brillantes que nos muestran la belleza. ¿O quizás no sea así y las bellas partidas de ajedrez sean las del periodo romántico? ¿Acaso la belleza del ajedrez no se produce en las partidas con multitud de gambitos y sacrificios? Lo cierto es que en ambos tipos de partida tienen su encanto.
Asimismo, la poesía brilla también cuando se respetan unas normas métricas rígidas cual fortaleza que el poeta circunvalará mediante el uso de sinalefas, hiatos, diéresis, sinéresis y cuantos recursos tenga a su disposición para mostrar su técnica y la belleza del mensaje que quiere transmitir. Ahora bien, a finales de XIX nace el verso libre para alejarse de toda esa camisa de fuerza que puede llegar a ser la métrica, al fin al cabo lo importante es crear hermosura y muchos de estos versos, aún sin seguir unos cánones métricos, lo consiguen.
Llama también la atención cómo ambas disciplinas han caminado de la mano en cuanto a movimientos. Por poner un ejemplo, cuando el romanticismo en ajedrez va dando paso a un estilo más posicional de la mano de Steinitz a finales del siglo XIX, en la poesía se van produciendo también grandes cambios con la irrupción del simbolismo y la poesía modernista. De esta manera se deja atrás al movimiento Romántico que no sólo existió en ajedrez sino en las artes plásticas, la poesía y otras muchas disciplinas.
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