Hace ya bastantes años tuve la oportunidad de visitar la casa museo de Rosalia de Castro, poetisa y novelista gallega que escribió tanto en gallego como en castellano. La planta baja de esta casa museo estaba destinada en exclusiva, si mal no recuerdo, a la figura de la escritora. La primera planta creo que iba por otros derroteros, recreando una casa rural de su época. Me gustó muchísimo y os recomiendo visitarla si estáis por la zona.
Ella era hija de una hidalga venida a menos y... ¡un sacedorte! Por este motivo en el registro aparece que sus progenitores eran desconocidos. Es considerada universalmente la precursora de la poesía española moderna junto con Bécquer. En mi opinión su figura tendría que ser recordada mucho más pues lo que hizo tiene un mérito increíble dadas las circunstancias de su época. Que una mujer escribiera en gallego en el siglo XIX, es decir, en la época en la que vivió Rosalía, no resultaba nada fácil por un gran número de razones. La mayor parte de ellas estaban ligadas al pensamiento y estructuración de la sociedad del momento, en la que la lengua gallega, como el euskera, estaba muy desprestigiada y menospreciada.
Aunque escribió muchísima prosa, donde Rosalía brilló fue en el campo de la poesía, a través de la creación de las que pueden
ser consideradas sus tres obras clave: Cantares gallegos, Follas novas y En las orillas del Sar. En los últimos años su obra está siendo traducida a muchísimos idiomas: alemán, francés, ruso, japonés, etc. Aquí os dejo un par de poemas de esta mujer adelantada a su tiempo.
Busca y anhela el sosiego
Busca y anhela el sosiego…
mas… ¿quién le sosegará?
Con lo que sueña despierto,
dormido vuelve a soñar.
Que hoy como ayer, y mañana
cual hoy, en su eterno afán,
de hallar el bien que ambiciona
-cuando sólo encuentra el mal-,
siempre a soñar condenado,
nunca puede sosegar.
Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros
Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso
de mí murmuran y exclaman:
Ahí va la loca soñando
con la eterna primavera de la vida y de los campos,
y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.
-Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
con la eterna primavera de mi vida que se apaga
y la perenne frescura de los campos y las almas,
aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.
Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,
sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?
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