Hace ya año medio escribí una
entrada en la que recordaba un evento muy especial para mí por el buen rollo que se generó entre los participantes y por acabar en un digno quinto puesto.
Ahora estoy dispuesto a volver a bucear en las profundidades de mi todavía lúcida mente para abordar unas sesiones muy entrañables de mi pasado ajedrecístico. Me estoy refiriendo, como muchos de mis lectores ya sabrán por el título, a las clases de la academia técnica de ajedrez. Espero que el texto guste y que los jovenzuelos aprendan de qué iba todo este proyecto.
Creo que la academía técnica de ajedrez, a partir de ahora A.T.A., no solo me trae buenos recuerdos a mí, sino también a buena parte de los jugadores que ahora están en torno a la treintena. La iniciativa federativa se materializó en una escuela de ajedrez que duraría muchos años, y que fue creada para entrenar a los jóvenes jugadores vizcaínos que destacaban. Su objetivo: afrontar con garantías el campeonato de Euskadi y otros campeonatos del calendario.
La idea de todo fue de Nicola Lococo. Hace un tiempo, poco después de escribir la entrada citada con anterioridad, me puse en contacto con Francisco Javier Durán, ex socio de Zuri-Baltza y ex presidente de la federación vizcaína, para preguntarle sobre la academia. Él me derivó al filósofo portugalujo pues no sólo fue él quien ideó el concepto, sino también el que movió los hilos para que la idea se hiciera realidad. Tras esa respuesta me puse en contacto con él por mail y se ofreció a que le llamara para hablar. Sin embargo, en ese momento decidí escribir esto valiéndome sólo de mis propios recuerdos. Al fin y al cabo esto no pretende ser una reseña histórica llena de datos sobre la gestación, desarrollo y final del proyecto, sino una recopilación de impresiones de mi infancia y juventud ajedrecísta. De hecho ayer mismo, comenzada ya esta entrada, coincidí con Nicola en persona y a pesar de que charlamos un par de minutos no le saqué el tema.
Esta historia comienza en el mes de Enero 1998, cuando recibo la llamada a filas de la A.T.A. Esta convocatoria me pilla por sorpresa y la recibo con alegría. Además, tan temprana invitación me permite poder escribir hoy con una gran experiencia en el proyecto. Es más, formé parte de la disciplina de la federación (¡qué raro suena esto!) mucho más tiempo que mis coetáneos más destacados. Creo que soy el jugador de mi edad, de cuantos aún siguen jugando, que entró más joven a formar parte de este selecto grupo. No lo digo para sacar pecho de mí talento ajedrecísto, que todos sabéis lo paquete que soy y que tengo 1842 FIDE, sino para ilustrar que soy una de las personas que más tiempo disfrutó del programa. Ingresé con 8 años de edad y lo dejé en mi adolescencia.
La carta que inició todo esto se adjunta a continuación gracias a que ha estado conservada en mi archivador casi 20 años. En ella podréis encontrar muchos datos interesantes del proyecto y los criterios de inclusión de la academia, que variaban según la edad del jugador. Conviene matizar que las condiciones expuestas en el documento no estaban escritas en piedra, lo que permitió incorporar a aquellos chavales que destacaban a los entrenamientos.
El encargado máximo de la preparación de la joven cantera era el MI Rafael Álvarez Ibarra, junto a Nicola Lococo, Enrique Ayesta, Koldo Urbieta, Roberto Rodríguez, Jose Luis Menendez e Ibon Martín (como monitor de apoyo en la carta también se cita a Miguel Ángel Quintana, aunque no creo que ejerciera nunca como tal en el proyecto).
Como ya he comentado con anterioridad, mis resultados a finales de 1997 me permitieron poder acudir, tras una
reunión en la que se informó a los padres y tutores del proyecto, a mí
primera sesión de entrenamiento. Este seminario se llevó a cabo en el primer semestre de 1998 en el club de ajedrez Rey Ardid. Recuerdo que lo primero que hicimos allí fue un test con posiciones que requerían una respuesta táctica. De hecho a día de hoy todavía recuerdo que en una de las posiciones había que dar el mate de la Coz. Resulta curioso que apenas recuerde cosas de 1998 pero sepa que ya sabía dar el mate de la coz. En cualquier caso recuerdo que no tenía interiorizado el patrón, es decir, tuve que calcular la posición. Poco más recuerdo de esa sesión, por aquel entonces no era consciente de que aquella había sido mi primera visita a un club de ajedrez. Más adelante se realizaron sesiones de entrenamiento en Basozelai, tal y como acredita la misiva.
El segundo recuerdo que tengo de la academia técnica de ajedrez es muy entrañable y especial, pues se trata de la primera concentración como tal que hicimos. Fue en un albergue del Durangesado al que acudieron un montón de jugadores que todavía destacan a día de hoy. Allí estábamos mezclados todos los jugadores de todas las categorías. Recuerdo a los más mayores: el MI Santiago González de la Torre, Ierai Galzagorri, Modesto Pérez… Si no me falla la memoria tanto los alumnos pequeños como los mayores estábamos juntos en dos habitaciones, algo que ahora sería difícil de comprender pero que quizás era una estrategia para intentar mantener el orden y que no cundiera el caos (estrategia que, por otra parte, se demostró totalmente fallida ;)).
Allí se nos dio un tratado de ajedrez parcialmente fotocopiado cuyo nombre era
Geografía del ajedrez. Estas fotocopias fue las que utilizó Ibon Martín para darnos algunas lecciones de la apertura escocesa. También puedo visualizar las partidas rápidas que se jugaban después de cenar. Creo que los alumnos estaban con unos profesores o con otros dependiendo de su nivel, pero que todos los alumnos recibían clases de todos los docentes, si bien compartían más tiempo con aquel monitor que tenía que impartirles más clases.
Más adelante vendrían más concentraciones y más sesiones de entrenamiento en clubs, pero ya no serían como esta concentración. Quizás fuera la magia de la primera concentración pero es de la que guardo un recuerdo más grato. Además, poco a poco las concentraciones se fueron espaciando más y más en el tiempo, al punto de desaparecer y organizarse sólo encuentros de una o media jornada por diferentes clubs vizcaínos.
Esas sesiones de unas horas nos llevaron a sitios tan alejados como el club de ajedrez de Barakaldo o el que club que presido en la actualidad. De hecho en Zuri-Baltza recuerdo haber estado en un par de ocasiones, incluso antes de que me hiciera socio allá por 2002 o 2003. En las jornadas de mañana y tarde los integrantes del A.T.A. solían comer junto con los monitores en los propios albergues o, si era una sesión en un club, en algún restaurante de la zona. Recuerdo por ejemplo haber ido a un bar de la Calle Juan de la Cosa tras una sesión de entrenamiento.
En estas sesiones se abordaban diversos temas: aperturas, finales, medio juego… Con frecuencia veíamos partidas notables que tenían como objetivo dejarnos un poso ajedrecístico. Recuerdo que el estudio del comienzo de la partida se hacía viendo varias partidas de la misma apertura, así al menos recuerdo haber tratado las defensas eslava y semieslava. También recuerdo a Nicola preguntando a Rafa en qué se diferenciaban.
Igual de memorables que los entrenamientos eran los deberes que ponía el MI Rafa Álvarez para el verano. Estuve un verano entero intentando, durante muchas horas, sacar las soluciones de los problemas que nos propuso. Fracasé estrepitosamente, aunque al menos fuí uno de los pocos alumnos que le envié mis soluciones a su correo postal (el resto desistió o pasó de mandar nada).
Poco a poco las sesiones se fueron diluyendo, no sé muy bien por qué. Quizás se debiera a que Rafa se fue a vivir a Castellón. El caso es que pasados los años la academia centralizó sus clases en la antigua sede de la federación vizcaína de ajedrez, en la calle Jose María Escuza. Esta nueva etapa creo que comenzó en 2000.
Tras el mítico test inicial se hicieron dos grupos divididos por edad. Un grupo, el de los jóvenes, estaba dirigido por Santi González de la Torre y otro, el de los más mayores, por Carlos Varas. Esta nueva época se caracterizó porque había clases todos los meses, lo que no recuerdo es si se impartían todos los sábados o nos reuníamos sólo un sábado cada quince días o cada mes.
Estas clases fueron muy gratificantes. Santi se curraba mucho el contenido de las mismas y aún recuerdo con nitidez lo que abordamos. Empezamos por finales básicos: dar mate con pareja de alfiles y con alfil y caballo. Una vez aprendida la teoría intentábamos dar el mate con poco tiempo en el reloj, para interiorizar lo aprendido. Además de tratar estos finales empezamos a hacer un recorrido por los grandes jugadores clásicos con el libro “
Los grandes maestros del tablero" de Reti. Morphy. Steinitz y Chigorine fueron algunos de los maestros de los que aprendimos.
Sin embargo, las clases con Santi acabaron, si no me equivoco, en el año 2001. El fin de su docencia se debió, vuelvo a insistir que si la memoria no me falla, a su marcha a Gros Xake Taldea. Durante el resto del año Carlos Varas se hico cargo del grupo dirigido por Santi, que se unió a los más mayores para conformar un gran conjunto.
Ésta es, grosso modo, la historia de la academia técnica de ajedrez, una buena iniciativa del ajedrez vizcaíno que, por lo que tengo entendido, no perdura en la actualidad. Creo que la vizcaína apadrina o ha apadrinado a algún talento en los últimos años, aunque a título individual.
Esto es todo amigos. ¿Tienes alguna anécdota que contar sobre el A.T.A.? ¿Te gustaría matizar algo de lo que he dicho? ¿Tienes algún recuerdo de alguna de las épocas del A.T.A.? ¿Tienes alguna fotografía de alguna concentración? No dudes en dejar un comentario que enriquezca la entrada.