Los libros para aprender idiomas no son siempre, tal y como pensamos, productos carentes de calidad. Y es que si bien es cierto que, dependiendo del nivel que tenga el estudiante, pueden ser limitados en vocabulario o estilo, eso no tiene por qué influir en la excelencia de la trama argumental.
Esta obra de Éric Lysøe, traducida por David Martínez para ser leída en su club de lectura, es un claro ejemplo de ello. El autor sorprende contando una historia compleja, pero compresible para los alumnos del nivel B1 de francés. Algo así sólo está al alcance de unos pocos privilegiados. Ahora bien, también creo que algunos estudiantes se perderán algunos detalles al leer el relato, dado que en la estructura de la novela abundan los flashbacks.
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