No suelo releer novelas, pero si alguien que conoces va a leer un libro que disfrutaste en el pasado tienes la excusa perfecta para comentarlo y volver a vivirlo. Así fue como me dio por releer el Hobbit.
Esta novela fue escrita por Tolkien para sus hijos, de ahí el tono infantil que predomina en el texto. Este estilo contrasta con la epicidad propia del Señor de los anillos y es que se nota que el mundo de la Tierra Media todavía no estaba perfilado en su totalidad, pues se encuentran algunas incoherencias si conoces el resto de la obra del profesor.
No obstante creo que sigue siendo uno de los mejores libros para fomentar la lectura entre los chavales de 12 a 14 años, por su brevedad y las grandes dosis de entretenimiento que ofrece.
Si has visto las películas deberías leer el texto para darte cuenta de que en poco o en nada se parece la adaptación libre de Peter Jackson. Es más, si no conoces el producto es mejor que pases de los largometrajes y te pongas con el libro. En este caso la palabra largometraje es más adecuada que nunca, ya que la trilogía del director neozelandés alarga en exceso una historia sencilla que se podría haber adaptado en dos películas.
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