1 de diciembre de 2021

Mis poetisas favoritas: Anne Sexton

Amiga de Sylvia Path, de quien escribía la semana pasada, hoy le toca su espacio a Anne Sexton. Poetisa muy relevante del siglo XX que también obtuvo el Premio Pulitzer de poesía y que lamentablemente compartió el funersta final de Sylvia al quitarse la vida con 45 años de edad. El final más triste para quien años atrás escribía el poema "la muerte de Sylvia" en honor a su gran amiga.

Anne tiene su espacio propio en la historia de la poesía por muchos motivos, pero el más importante probablemente sea que rompió con todas las normas establecidas hasta entonces y se embarcó en la escritura de temas que hasta entonces no se podían tratar, menos aún si se era mujer. Ella se tiró a la piscina y escribió sobre la menstruación, el aborto, la masturbación el consumo de drogas o incluso el adulterio.

Cuando me he puesto a leer su obra me ha transmitido muchísimo dolor. Está claro que para ella la poesía fue un salvavidas por mucho tiempo, lo confesó al declarar: "poemas y solo poemas me han salvado la vida". Para empezar a leerla el libro "Mi boca florece como un corte" puede ser el más indicado.

He tenido la suerte de que en la universidad me ha tocado explicar temas muy interesantes y polémicos, que siempre están en debate colectivo, como por ejemplo la Ley del Aborto, la gestación subrogada u otras cuestiones sobre los derechos de la mujer. Intento siempre que mi alumnado tenga una visión crítica, amplia y respetuosa sobre cualquier tema, pero en particular con este tipo de cuestiones que siempre generan cierta polémica. Creo que les mostraré poesías de Anne Sexton al final de alguna de estas clases, no sólo para que la conozcan sino para inyectarles el gusanillo de investigar sobre su vida y su poesía. En ella hay mucho contenido sobre sexualidad femenina y la violencia hacía el cuerpo de las mujeres.

El beso

Mi boca florece como un corte.
me han agraviado todo el año, tediosas
noches, sólo brutos codazos en ellas
y cajas delicadas de pañuelos gritando ¡llorona,
llorona, estúpida!

Hasta ayer mi cuerpo era inútil.
Ahora se está rompiendo por sus picos y esquinas.
Está rompiendo las piernas de la vieja Mary*, nudo a
nudo
y mira ─ ahora está todo invadido por esos rayos
eléctricos.
¡Zumba! ¡Una resurrección!

Érase una vez una barca, toda de madera
y sin tarea, ni agua salada debajo
y necesitada de alguna pintura. No era más
que un montón de tablas. Pero tú la izaste, la aparejaste.
Ella fue elegida.

Mis nervios están encendidos. Los oigo como
instrumentos musicales. Donde había silencio
tocan sin cesar los tambores, las cuerdas. Tú lo hiciste.
La obra de un puro genio. Cariño, el compositor ha
penetrado
en el fuego.

La mujer del granjero, de Anne Sexton - Zenda

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