5 de diciembre de 2024

A mis compañeros de Zuri-Baltza

Diego me remitió una carta ayer que reproduzco a continuación sin apenas modificar (sólo he corregido dos erratas). Todos los comentarios y opiniones son responsabilidad de su autor ;)

A mis compañeros de ZB

Este año he logrado el ascenso a segunda, en mi primera temporada. Esta acción, que pudiera parecer algo individual, y que quizá en algunos casos lo sea, ha sido una acción colectiva.

Como a veces las personas cambiamos, y no siempre lo hacemos para mejor; y como a veces nuestra memoria no recuerda aquello que debería, quiero plasmar por escrito las siguientes líneas, para que no caiga nunca en el olvido mi agradecimiento.

Por dónde comenzar y a quien nombrar antes o después es siempre algo difícil. Así pues, que el orden de quienes desfilan en los siguientes párrafos no sea visto como signo de mayor o menor importancia. Es la acción colectiva, el conjunto, lo que hace posible que cada acción individual haya sido relevante hasta el punto de lanzarme ha segunda.

Así que, en primer lugar, sólo porque de alguna forma debe comenzar el texto, voy a nombrar a Hinojal. Creo que este puede ser un buen comienzo porque Hinojal, literalmente, me abrió la puerta del club. Con él jugué las primeras partidas, y de él y de Jon (siempre hay que contrastar aquello que se escucha) quedó la importancia del cálculo para el ascenso. No recuerdo las palabras exactas, aunque en mi memoria lo que resuena es: “basta con el cálculo”. Pues si basta con el calculo, entonces, calcularemos.

Con Hinojal fueron mis primeras partidas, y desde entonces han sido constantes. Sabes que puedes ir al club cualquier día porque te vas a encontrar con él. Hubo un día en el que, circunstancias, no acudió nadie más al club. Jugamos algunas partidas y después me estuvo enseñando finales. Paradójicamente, y a diferencia de muchos días en los que el club rebosa actividad y la jornada se alarga, aquel día, en el que estábamos él y yo solos, puede que sea el día que más tarde he marchado del club.

A Jon, por su parte, le debo una tremenda amabilidad y predisposición, respondió con extrema rapidez ante mis inquietudes. Gracias a él estoy leyendo un pequeño librito con el que he aprendido y estoy aprendiendo muchas cosas, obra de Eliskases. A Jon recurrí por culpa de Lander, pero eso lo contaremos más tarde.

En ese libro no aparecen aperturas. Y sí peones. Hay páginas y páginas dedicadas a los peones. Han sido muchas las personas que me han dicho que para las nuevas lo importante deben ser el medio juego y los finales: contra aquello que a un hereje le parece que debería ser lo urgente: comenzar por el principio, comenzar por las aperturas.

Como la cabra tira al monte, según algunos, o al tablero, según otros, la cabra no ha podido evitar mirar esta o aquella apertura, aunque fuese superficialmente, pero estas palabras tampoco han caído en el olvido, y han orientado el estudio.

Continuaremos con el equipo de tercera, porque nos hemos apoyado y ayudado como un equipo. Lo haremos por orden alfabético:

Aitor B, con el que muchos jueves he buscado la terraza de un bar para jugar algunas partidas, comentarlas y poner en práctica ideas y ocurrencias. Y así, descartar ideas y ocurrencias que parecían maravillosas.

Aitor M, quien ante cierta partida, además de darme algunos consejos, me dijo no se me ocurriese jugar cierta apertura. Porque, aunque no estudiemos aperturas, de alguna forma debemos jugar los primeros movimientos. La popular apertura, por supuesto, no fue jugada, y el punto cayó en el saco.

Lander, quien ha tenido a bien dedicar algunos momentos de su vida a analizar mis partidas y a

mostrarme mis errores. Nunca se agradece lo suficiente que este o aquel dedique el tiempo a las partidas de otros.

Además, Lander me presentó al llegar al club a Yusupov: fue tras pasar largas horas con Yusupov y observar debilidades en mi comprensión de lo que este me explicaba que recurrí a Jon. Quizás ni Jon ni Lander den excesiva importancia a esto, pero yo cada día que cogía a Yusupov primero, y que ahora cojo a Eliskases, me acuerdo de ellos y les estoy agradecido.

Endika y Jaime, compartiendo aciertos y desastres para que todos aprendiésemos, tienen algo en común muy importante: están siempre sonriendo y haciendo equipo a pesar de cualquier resultado. Endika, que ha progresado tremendamente desde que jugamos las primeras veces y cada vez tiene más que aportar. Y Jaime: la persona que querrías que fuese tu capitán porque ve el ajedrez de la forma que deberíamos verlo todos.

Markel, nuestro pequeñajo, dando vueltas por la sala porque todo va bien mientras está en teoría. Con Markel jugué -y pasamos ya del equipo al club- varios viernes partidas a más tiempo del habitual en el club. Partidas que, naturalmente, aproveché para freírle a preguntas: no sólo le preguntaba por qué movía lo que movía, sino también por qué no movía lo que no movía.

Las partidas en el club con Goiriz, un jugador que quizá no sea espectacular, pero que es ordenado y robusto, y que también huye del reloj. Aquellas primeras partidas que jugué con él, en las que nunca había una sola pieza sin defender, llamaron mi atención: parecía imposible (y de hecho lo era) arrebatar siquiera un peón sin perder al menos otro en el combate.

Y las partidas con Julián: han sido también innumerables. Una tras otra de manera incansable, perdiendo, ganando y nuevamente perdiendo y ganando. Julián te enseña a castigar el error: si cometes un desliz te va a agarrar y a hacer papillita. Así, me enseñó mucho sobre mi propio juego, es decir, sobre mis propios errores.

Aitor y Julen, dos de los pequeños de nuestro club, y que a veces pienso que deben aburrirse de darme palizas.

Aitor, cuyo juego también me llamó la atención: en su caso, me pareció alegre y atrevido. Tuve la suerte de perder con él algunas partidas en mis primeros días en el club. Más tarde le he visto hacer espectaculares movimientos que se han grabado en mi memoria: busco, en mis partidas, la oportunidad de replicar cada uno de ellos.

Julen, mi capitán, que no se ha privado de enseñarme unas cuantas lecciones, tantas como palizas me ha pegado. Metódicamente, una a una, ha barrido cada una de mis piezas del tablero partida tras partida. Julen puede que fuese la primera persona que tuvo a bien orientarme y aconsejarme en el terrreno práctico de manera concreta. O, al menos, la primera persona que lo hizo cuando yo ya estaba preparado para ello. ¡Gracias, capitán!

Y por supuesto, esto no estaría completo sin Garrido y sin Ricardo. Siempre acudiendo los viernes, siempre acudiendo los martes, siempre haciendo club. Garrido, que nos enseña a los tercerillas a comer fruta, que es sana. Ambos, Garrido y Ricardo, jugando aperturas que no hace nadie más (y yo tomando nota para llegar a casa y buscarlas, aunque no haya que estudiarlas).

Esta inseparable pareja también hace que los análisis de las partidas alcancen una dimensión que ningún otro sabe ni sabría darle: al margen de señalar los errores, acaba cada una de nuestras partidas transitando por innumerables líneas que podrían haber tenido lugar. Así conocemos no sólo los errores que cometimos y las oportunidades que desaprovechamos, los árboles con los que tropezamos, sino el conjunto del bosque: Garrido y Ricardo muestran a quien quiere el ajedrez en todo su esplendor.

Tenemos también, aunque no sea presencial, un taller de lectura, donde contamos con gente como Gerardo. Unas cuantas partidas ya hemos estudiado, y el taller marca más o menos un ritmo de trabajo. Al margen de que estudiar de forma colectiva enseña más que el estudio individual, se impone también la necesidad del propio trabajo. Dicho en otras palabras: impiden que me duerma. O, al menos, que me duerma mucho.

Cada detalle, cada elemento de este y aquel, es lo que me ha llevado a segunda.

Gracias a todos.

Diego,

Bilbao, 4-XII-24

Pd: Hinojal y Jon dicen que, para subir a primera, también basta con el cálculo. Con más cálculo. Entonces, calcularemos. Calcularemos más. ¿Tendrán razón?

3 comentarios:

  1. Diego, todos nos alegramos de que estés feliz en el club. Espero que mantengas esa pasión muchos años

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  2. Gracias Diego. Gracias por tu manera de dar gracias al Club Zuri Baltza. Gracias por compartir con todos todo lo aprendido. Gracias Jon por publicarlo y gracias también a Zuri Baltza por la pasión por el ajedrez

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  3. Buen trabajo Diego, y muchas felicidades.

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